domingo, 26 de julio de 2009

Ahora si, me largo

Como ya había sido anunciado, el Profeta de la Rudeza debe partir a profundizar en los caminos de la misogenia y la brutalidad, por lo que este blog quedará botado por algunas semanas. Como es tradición en estas circunstancias dejo como tributo a la asamblea de mis rudos lectores, a una hembra en sacrificio. Esta vez, ni más ni menos que a la mujer de los pechos perfectos (y por ende, la mujer perfecta): Jennifer Love Hewitt. Disfrútela y péguese una en mi nombre.

A todos los pajeros que leen esto en facebook, les recuerdo que la publicación original se encuentra en www.elbaluartedelahombria.blogspot.com, pase y cáguese de la risa un rato (o muera de ira, si es un tonto grave).




sábado, 25 de julio de 2009

El profeta y la píldora

Saludos, rudos y mal educados lectores.

Anoche -tras largas horas de meditación- vuestro servidor hizo contacto con Hades, Odín, Baco, Marte, y todos los dioses rudos y gozadores. Después de pasar la prueba de la Hombría (tuve que tirarme a 72 vírgenes sin descanso) estas deidades decidieron revelar a través mío la Suprema y Brutal verdad sobre la Píldora del día después.

Los puntos que los dioses han querido revelar a todos los cavernícolas, mocheros de puerto, bebedores de alcohol de botiquín y folladores de todo lo que camina o se arrastra, fueron cuatro:

1) Matar es bueno. Pero si la mujer quiere matar a su hijo deberá hacerlo cuando éste mida por lo menos 3/4 de la estatura de la madre y sepa ocupar un sable láser.

2) La mujer NO tiene derecho a "planificar" su descendencia. Faltaba más, las frescas de raja. Si para parir las hicieron los dioses, no para ir a la peluquería y quedarse en el sillón viendo SQP.

3) Un hombre rudo solo se coje a mujeres con tetas crecidas y vello púbico, y si llegare a meterse con una pendeja, por ningún motivo podrá mandarla "pa' callado" a un consultorio a tomarse la píldora, sin que sepan los viejos. Un prusiano de verdad, se pone los pantalones y se mama la sacá' de chucha que le dará el padre de la infortunada mocosa.

4) Por último (el más importante), un verdadero hombre rudo, macho empalador y troglodita pichangero jamás, pero JAMÁS, NUNCA, POR NINGÚN MOTIVO, manda a su hembra a tomarse una bomba de hormonas el dia después, solo porque le dió paja comprarse condones el dia antes. Un verdadero Espartano, se pone el casco antes de ir a la guerra o se corta los circuitos para no producir descendencia. Si no lo hace, puede meterse un autogol de media cancha, en cuyo caso la voluntad de los dioses es una sola: APERRE, por huevón.

Esta es la voluntad de los dioses, que el Profeta ha transcrito para conocimiento de los hombres rudos. Cualquier contravención con estos mandamientos se pagará con una eternidad en el infierno reservado a los homosexuales. En donde don Ítalo Passalaqcua, Nelson Mauri, Gonzalo Cáceres y Arenito se lo cojeran a Ud. por los siglos de los siglos. Amén.

domingo, 12 de julio de 2009

Confesiones de un Rudo

"He gastado mucho dinero en mujeres, alcohol y autos de carrera, el resto lo he malgastado".

(George Best)

lunes, 6 de julio de 2009

Una porno de Robots

Imagine una película con abundantes y voluptuosas mujeres, automóviles deportivos, aviones de guerra y robots extraterrestres asesinos que quieren destruirlo todo. Pues bien meta todos estos ingredientes en una coctelera y agítela como cuando se toca las presas viendo las tetas de Megan Fox, el resultado será Transformers 2.

Esta película tiene todo lo que un hombre que se precie de ser tal puede pedir de una producción cinematográfica. Como si Megan Fox fuera poco, en esta entrega se suma la actriz australiana Isabel Lucas, como un malvado y calentón decepticon antropomorfo. Optimus Prime aparece más brutal que nunca (recordará estas palabras apenas vea los primeros 5 minutos de la película), acompañado de un ejército de robots, de los cuales -como siempre- los más encachados son los malos, que se transforman en todo tipo de vehículos de guerra. En verdad, lo único que faltó fue ver a los autobots jugando a la pelota y habría pasado a la historia como la cinta más ruda desde "El bueno, el malo y el feo".

Está bien, esta película no es de aquellas sobre lesbianas y enfermos mentales que tanto gustan a la academia y ganan siempre el Oscar, pero vale la pena gastarse las lucas por verla. Note la similitud con una película porno: la trama es una mierda, pero no importa, porque tiene todo lo que Ud. desea ver.

sábado, 4 de julio de 2009

Un cuento de Hadas

El día en que la bruja mala se presentó en el castillo de la Bella Durmiente (película que Ud. sin duda vio cuando tenía 5 años, sin importar lo rudo que sea ahora) maldijo a la Princesa Aurora diciendo que cuando esta cumpliera los dieciseis años se pincharía con una máquina de coser y moriría.

Así es señor. La princesa de la Bella Durmiente tenía tan solo dieciseis añitos. Si, lo sé. La princesa tenía un culo y unas tetas que harían palidecer a cualquier monito animado porno japonés, pero no olvidemos que vivía no con una, sino con tres Hadas Madrinas (así que imagínense qué pidió como regalo en su 15º cumpleaños).

A esa edad, la Princesa -como cualquier mocosa- esperaba al lindo y delicado Príncipe Azul, una especie de proto-pokemón de la Edad Media, vestido con panties de encaje negro y cubierto por una capa de terciopelo rojo, como cualquier travesti del barrio El Golf de nuestros días. Por supuesto el Príncipe era sensible y romantico (o sea maricón).

Como cualquier niña de dieciseis años, Aurora quería casarse, y se dio la mala suerte de que justo se atravesó en su camino el Príncipe, que -como todo maricón- también quería casarse, no para cojerse a la pendeja, sino para hacer su lista de regalos en Falabella y mandarse a hacer un traje de diseñador para la boda. Ese año se llevó a cabo la antinatural unión, para alegría de los suegros, que se ahorraron un montón de guerras entre los reinos.

Pero ¿qué ocurrió después? ¿En verdad vivieron felices por siempre? Pues no. Pasados los primeros dos años, la Princesa empezó a aburrirse del huevón. El Príncipe le hablaba como guagua, se lo pasaba dibujando corazones por todo el Reino y cada tanto en tanto mandaba a un juglar a cantarle canciones de Kudai. Fue por esos años que el corsario internacional, conocido como el Capitán Garfio, arribó a las costas del reino.

Garfio y su pandilla de hombres rudos, llevaban varias semanas en altamar, sacudiéndose la cosa cada vez que se les cruzaba una Sirena, así que lo primero que hicieron fue irse de putas. A la salida, medio entonao' el Capitán se encontró con la Princesa, quien, costumbrada a los piropos, esperó que el sanguinario pirata se deshiciera en halagos al verla, pero en vez de eso se quedó mirándole las gomas y le dijo: "¿Quieres ver mi sable, gatita?"

La Princesa se hizo la ofendida y corrió a su palacio, pero en verdad las palabras que dijo el corsario mientras se quitaba la carne mechada de entre los dientes con su puño de garfio, la habían hecho reflexionar, esa noche abrió su facebook y encontró un mensaje de 20 líneas del príncipe en donde declaraba todo su amor por ella. Entonces tomó una decisión y escapó al puerto en busca del Capitán Garfio. Al día siguiente, el Príncipe -que además era Emo- se suicidó.

Garfio (que si sabía hacer feliz a una hembra) se comió a la delicada princesita y ambos entablaron una especie de relación abierta, asimismo Aurora proxenetió a todas sus amigas y cortesanas y se las presentó a los buenos muchachos del barco que se las hicieron Chupete. Así por algún tiempo garfio recalaba de tanto en tanto en el reino y le daba su merecido a la Princesa.

¿Vivieron felices para siempre? Un buen día la Princesa se aburrió de que el Capitán Garfio pasara largas semanas asesinando niños perdidos en el país de Nuncajamás y le dio a elegir entre ella o el barco. En ese momento el pirata no tuvo otra opción que ponerse su sobrero, colgarse el sable y decir adiós. Despechada, la Bella Durmiente se puso a convivir con el Príncipe Valiente, que hace poco se había divorciado de Blanca Nieves, por esto el Papa excomulgó a ambos monarcas y ellos fundaron una nueva religión, El Mamonerismo y tuvieron una chorrera de hijos.

Garfio siguió cometiendo sus fechorías junto a sus amigotes, algunos intentaron desertar para quedarse con las mujeres que la Princesa les había conseguido, pero fueron lanzados a los tiburones. En el camino Garfio se encontró con una pendeja muy rica y que se hacía la inocentona. Se llamaba Caperucita Rojas y quería aventuras.

Moraleja: el rudo siempre se come a la mina, aunque sea una princesa.